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El mago, mas que un hechicero, es quien armoniza con la naturaleza y se conecta a ella como parte del todo. Magia no habla de control ni manipulaicion, es mas bien ARMONIZAR |
La Magia es la ciencia tradicional de los secretos de la naturaleza, que nos viene de los magos. Por medio de esta ciencia, el adepto se encuentra investido de una omnipotencia relativa, y puede operar sobrehumanamente, es decir, de una manera que no está al alcance de los demás hombres. Así es como muchos adeptos célebres, tales como Mercurio, Trismegisto, Osiris, Orfeo, Apolonio de Tiana y otros, que podrían ser inconveniente o peligroso nombrar, han podido ser adorados o invocados después de su muerte como dioses. También es así como algunos otros han llegado a ser prosélitos del infierno o aventureros sospechosos como el emperador Juliano, Apuleyo, el encantador Merlín y el arqui-hechicero, como se le llamaba en su época, al ilustre y desgraciado Cornelio Agrippa.
El diablo, si está permitido emplearen un libro de ciencia esta palabra despreciable y vulgar, se entrega al mago y el hechicero se entrega al diablo. El mago es el soberano pontífice de la naturaleza, el hechicero no es otra cosa que el profanador de la misma. El hechicero es al mago lo que el supersticioso y el fanático al hombre verdaderamente religioso. Antes de ir más lejos, definamos claramente lo que es la Magia.
El mago es verdaderamente lo que los cabalistas hebreos llaman el microprosopo, es decir, el creador del mundo pequeño. Estribando la primera ciencia mágicas en el
El mago debe armonizar con toda la creacion, porque el mismo universo estaria armonizando en si mismo con la ayuda del mago, el mago es el credor, de las realidades, no importa quien eres. |
Se comprende que, para adherirse invariablemente ala razón, es preciso haberse independizado de todas las fuerzas que producen, por el movimiento fatal y necesario las alternativas de la vida y de la muerte. Saber sufrir, abstenerse y morir, tales son, pues, los primeros secretos que nos colocan por encima del dolor, de las angustias sensuales y del miedo a lanada. El hombre que busca y encuentra una muerte gloriosa, tiene fe en la inmortalidad y toda la humanidad cree en él, con él y por él, porque ésta le eleva altares o estatuas, como signo de vida inmortal.
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