Para algunas personas quienes conocen los psicodelicos podran entender de buenas a primeras lo que se trata de decir, simplemente lo somos, muchos que hayan estado en estas experiencias, podrian saber como realmente somos un solo espiritu a El que no le interesan los tamaños y simplemente crea refracciones de si mismo, en miles de tamaños, un ejemplo claro de esto es el cerebro.
Esta ilustrativa comparación entre la conectividad neuronal de un ratón y un cúmulo de galaxias, nos hace ahondar en la profunda intuición de que existe una correspondencia formal entre todas las cosas del universo, una fractalidad cósmica, que hace honor a la máxima hermética: "como es arriba, es abajo". También nos hace explorar la posibildiad, por el mero encanto de las formas y la sublimación de los espejos, de que el universo en sí mismo sea un ser consciente y que su marcoestructura sea similar a la microestructura de un cerebro (diseñado para procesar información). Quizás el principio fundamental del universo, antes que la energía o la materia, sea la información, y esta misma información se manifiesta, se representa de forma en la que pueda ser transmitida en todo el sistema de la forma más eficiente, posiblemente en todas partes al mismo tiempo por algún mecanismo como el entrelazamiento cuántico.
La correspondencia entre las formas del universo, del macrocosmos y del microcosmos, nos hace pensar en una correspondencia de las funciones. Es decir, a diferentes escalas, tal vez a diferentes niveles evolutivos, todas las cosas parecen operar bajos los mismos principios y manifestar una interconectividad que llena de asombro y refleja una enorme belleza en su arquitectura cósmica. Esto fue la inspiración, observar la naturaleza, que llevó a los primeros filósofos (y místicos) a formular teorías con respecto a la armonía universal, la semejanza de las formas y también sobre la divinidad (coherencia resonante en cada quantum del universo: el hombre como materialización simbólica de la conciencia cósmica, un ente cuyo cuerpo es información).
Nuestras neuronas son estrellas; nuestras sinapsis son una galaxia; nuestro cerebro es el universo.
Sobre esta azogada (y mística) semejanza entre la red neuronal y la red galáctica, Jay Alfred escribió:
Las galaxias visibles en el universo no están aisladas ni desconectadas, sino están entretejidas por una estructura o red de filamentos que es la materia oscura que sirve como andamiaje del universo. Esta estructura en forma de red es una carcterística tanto de la materia oscura como del plasma magnético. La apariencia de esta red tiene un asombroso parecido con una disección del cerebro (ver imagen al principio de la entrada y hacer zoom).
Pero no sólo es la morfología (aspectos estructurales) de la estructura del universo a grandes escalas la que es similar al cerebro humano, sino también la fisiología (las funciones). Estos filamentos transportan corrientes de partículas cargadas (iones) a lo largo de grandes distancias que generan campos magnéticos, al igual que una fibra nerviosa. Y forman circuitos, al igual que los circuitos neuronales en el cerebro.
El alto grado de conectividad es lo que distingue al cerebro de una computadora ordinaria. La conectividad también es notable en la red cósmica. Las galaxias se forman cuando estos filamentos se cruzan entre sí. Un cúmulo (nexus) de filamentos provee la conectividad para transferir no sólo energía sino información de un núcleo galáctico a otro.