AGUJEROS DE GUSANO: ENTRE LA CIENCIA Y LO ESOTÉRICO (VIDEO)

Los agujeros de gusano son fascinantes fenómenos teorizados tanto en el ámbito científico como en el esotérico. Desde la perspectiva científ...

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sábado, 23 de septiembre de 2017

COMO CONVERTIRTE EN UN ALQUIMISTA REAL?





¿Quiénes fueron los alquimistas? 


Magníficos estudiosos que aparecieron durante la Edad Media, antecesores de quienes hoy se conocen como químicos. El término “alquimista” proviene de la lengua árabe, significando algo así como “ciencia egipcia”.

Los alquimistas tenían como objetivo primordial modificar su ser interior en busca de una espiritualidad superior, pero esto sólo era posible tras la transmutación de los metales en oro. El procedimiento sólo podía ser llevado a cabo con la Piedra Filosofal, tratándose de una sustancia mágica de leyenda que, según los alquimistas, permitiría efectuar su deseo de transmutación. La sustancia inicial contenida en la Piedra Filosofal era la pirita de hierro, a la cual se le incorporaron otras dos sustancias de interés por estos seres: un elixir capaz de conferir inmortalidad y el conocimiento absoluto del pasado y del futuro, así como del bien y del mal.

TRANSFORMACIÓN





Uno de los primeros fenómenos que intrigaron al hombre primitivo fue la transformación de la materia. Como la nube se transforma enagua; como el agua dulce se transforma en salada; como la semilla se transforma en planta; como la flor se transforma en fruto. Pero las transformaciones producidas por medio del fuego son las que mas lo ocuparon pues los experimentos con fuego daban resultados casi inmediatos. Y con el dominio del fuego, el hombre primitivo comenzó a hacer experimentos para transformar materias. El fuego produce transformaciones químicas como ser: la misma combustión de la madera (que se transforma en ceniza, humo, y desprende luz y calor); el asar carne (proceso que nos sigue gustando hasta nuestros días); el cocer ladrillos, hornear alfarería. Mas tarde, por medio del fuego se purificaron, moldearon y alearon minerales, como el cobre, la plata y el oro. La transformación se logra por el fuego. Y con las civilizaciones que se desarrollaron en la China, Mesopotamia y Egipto, los artesanos llegaron a producir transformaciones en materias, que llegaron a ser colorantes, drogas, vidrios, lentes, barnices, perfumes y metales. Mas tarde se lograron transformaciones por otros métodos, aparte del fuego.


Pero, ¿qué hay de la teoría? ¿Cómo se explicaban esos fenómenos? Porque el que puede explicar lo que sucede, no es solo un visionario, sino que es dueño del secreto que le permite dominar el fenómeno. Repetirlo. Deducir de ese conocimiento, otros logros. Bien, las tempranas explicaciones teoréticas sobre los fenómenos químicos, eran de carácter místico o mágico.

TEORÍAS GRIEGAS

Los antiguos griegos casi no agregaron nada a las practicas de química que heredaron de las viejas civilizaciones vecinas, pero en cambio, refinaron las explicaciones teoréticas sobre las transformaciones que observaban, ya sea en la naturaleza, ya en los talleres de los artesanos. Los griegos reconocieron el cambio como un fenómeno universal. Y llegaron a tal punto que , cito a Heraclitus, quien en el siglo VI antes de la era moderna pregunto “si es que existe algo, visible o invisible, que no cambie”.

Muchos filósofos griegos consideraron este asunto, tuvieron muchos debates. Fue Aristóteles quien, en el siglo IV antes de la era moderna, formuló una teoría, que predomino en el pensamiento científico por casi 2000 años. En su teoría postuló que existe una materia primaria y 4 cualidades. Las cualidades son: calor, frío, humedad y sequedad. Según las cualidades que se impregnen en la materia primaria, así se producirían 4 elementos. Los elementos son FUEGO (caliente y seco); AIRE (caliente y húmedo); TIERRA (fría y seca); y AGUA (fría y húmeda). Todas las cosas materiales se consideraban como el resultado de una combinación de esos cuatro elementos en diferentes proporciones. Según esta teoría, encontrando la combinación adecuada de los 4 elementos con las 4 cualidades, se podría llegar a producir oro. Más tarde, Aristóteles agregó un quinto elemento o sustancia a los 4 antes mencionados (o sea: tierra, aire, fuego y agua) y es el éter, al que definió como la sustancia perfecta, de la que están compuestos los cuerpos celestes.

LOS ALQUIMISTAS


Luego de innumerables experimentos de transformación de los materiales, nació junto con las diversas teorías, la idea de la transmutación. O sea, no solamente transformar materiales, darles otra forma, purificarlos, separarlos de impurezas, sino transmutar (cambiar) un elemento, en otro elemento.

La alquimia es la antigua pseudociencia que trataba de transmutar metales básicos en oro y de descubrir una cura para todas las enfermedades, o la manera de prolongar la vida indefinidamente.

Los astrólogos creían que toda actividad humana estaba profundamente influenciada por los cuerpos celestes (el Sol, la Luna, las estrellas). Según los astrólogos, los alquimistas tendrían que aguardar una configuración favorable de los cuerpos en el firmamento, para que se produjeran sus transmutaciones en los metales. La influencia astrológica llegó a atribuir a cada metal su cuerpo celeste del que provenía, o sea: el oro del Sol; la plata de la Luna; el cobre de Venus y el hierro de Marte.

El alquimista llegó a ser un personaje reconocido en la escena europea. Los alquimistas eran requeridos y financiados por reyes y nobles, quienes tenían la esperanza de aumentar sus propios recursos. Sin embargo, muchos alquimistas, no logrando producir el oro prometido, perdieron sus vidas. Con el correr del tiempo, símbolos y alegorías alquimistas se hicieron extremadamente complejos. Y de la búsqueda del oro, los alquimistas pasaron su atención a la búsqueda de medicinas. Un líder de este movimiento fue Paracelsus, (1493-1531), quien fue el primero en Europa en mencionar el zinc y en usar la palabra “alcohol” refiriéndose al “espíritu del vino“.

Creó controversia en su tiempo porque condenó completamente la ciencia y la medicina tradicional. El sostenía el concepto, nuevo, de que las enfermedades se producen por agentes externos que atacan al cuerpo y no por un desequilibrio interno de los fluidos corporales y mentales. Según Paracelsus, la terapia tendría que estar dirigida contra esos agentes externos de la enfermedad, y sostenía que había que usar para ello medicinas basadas en experimentos químicos, o alquímicos, no hierbas. Así fue como Paracelsus cambió el rumbo de la Alquimia de producir oro, sino las fórmulas de crear productos medicinales.


LA ERA ACTUAL

Hoy, luego de investigaciones científicas que se fueron acelerando y acumulando con el paso de los siglos, llegamos al conocimiento actual – que esta lejos de los conocimientos antiguos pero, no nos engañemos, también esta lejos de los secretos que la Creación todavía nos deja por descubrir.

Y sin entrar en detalles científicos, dejemos sentado ya el hecho de que, el sueño de los alquimistas de la transmutación de elementos y en especial, de transformar plomo en oro, no es posible de efectuar por medio de ninguna reacción química.

Pero si es posible por medio de una reacción nuclear. Pues para convertir un elemento en otro es necesario un cambio en su numero atómico, y eso se puede lograr por medio de una reacción nuclear, o puede ocurrir espontáneamente por una generación o degeneración radioactiva.

Así, hoy día, la transmutación es un proceso común, ya que hay poderosos aceleradores de partículas y reactores nucleares. Ya se ha logrado así preparar artificialmente todos (sí, todos) los elementos conocidos. Y además, se lograron sintetizar mas de 1500 radioisótopos que tienen gran valor médico y de uso industrial. O sea, que el sueño del alquimista es posible y se ha realizado: metales básicos se pueden convertir en oro. Solo que el precio de energía requerida excede el precio del precioso metal.

PIEDRA FILOSOFAL

Volvamos ahora a los alquimistas antiguos. ¿Qué buscaban aparte del oro? Se dice que el oro era una excusa para seguir teniendo respeto, protección y ayuda financiera, pero que en realidad, usaban esa excusa para poder continuar el estudio de la naturaleza; para poder avanzar en el descubrimiento de los secretos contenidos en la Creación. Y también , para desentrañar los secretos de nuestra existencia. Estas metas las mantenían en secreto. Y aquí es donde vemos otra faceta más del interés de los alquimistas al unirse con los Francmasones.

Según los alquimistas, para lograr un elemento puro (como el oro) había que refinarlo, liberarlo de todas las impurezas y el constituiría el elemento primario; perfecto. A partir de ese elemento perfecto se podría llegar a otro elemento superior. Según la misma teoría, en el plano humano, filosófico; en el plano divino, el hombre tiene que abandonar sus vicios, sus impurezas, y así poder elevarse a una nueva vida, en otro plano más alto, superior. Los masones aceleran el proceso de purificación durante la iniciación de los nuevos Aprendices. Los iniciados masones deben sufrir una transmutación semejante a la que buscaban los alquimistas. Y la meta es el oro. El metal precioso. Símbolo de lo puro y perfecto. Tenemos que transmutar nuestra materia intelectual en oro.

El ser humano normal, que todavía no despertó a otras inquietudes, que tiene que luchar por su sustento y es distraído por múltiples entretenimientos superfluos, tiene muy pocas oportunidades de llegar solo a esa exploración de su interior. La Masonería facilita al recién iniciado los medios, los símbolos para acelerar esa meditación que lo conducirá a la búsqueda, a encontrar su camino. En la Cámara de Reflexión o de Meditación, figura entre otras la inscripción V.I.T.R.I.O.L. Esa era la sigla de los alquimistas:

“Visita Ineriora Terrae Rectificando Invanies Occultam Lapidem”.”Visita el interior de la Tierra; purificándote encontrarás la Piedra Oculta”.

¿Qué es esa piedra oculta? ¿Y qué significa que esta en el centro de la Tierra? ¿Qué hay en el centro de la Tierra?
Bien; en este planeta viviente, nosotros existimos sobre la corteza de la tierra, fuera del agua y envueltos en aire. Aquí recibimos nuestra vida terrenal, física, natural.

Debajo de la corteza terrestre, ¿qué hay? Tierra, minerales, yacimientos de barios tipos, depósitos de agua, hay petróleo. Pero bajando mas y mas, el calor aumenta, la presión y la densidad son enormes. Cuanto más se baja, menos impuros son los elementos que componen el planeta. Hasta que en el centro reina el orden. Allí se encuentra la sustancia pura en estado liquido candente. Esa sustancia pura es la Piedra Filosofal, la Lápida Oculta.


No podemos llegar al centro de la Tierra. Pero si podemos llegar a nuestra propia e individual Piedra Filosofal. A nuestro propio YO. El tan buscado y tan poco comprendido. ¿Qué soy yo? ¿Soy acaso mi nombre? ¿Mi profesión? ¿Mi familia? ¿Mi forma exterior? ¿Mi manera de vestir? ¿Soy lo que mis amigos ven? ¿Soy mis acciones? ¿Mis reacciones? ¿Soy la combinación de mis virtudes y mis vicios? Todas las respuestas a estas preguntas son negativas. Y para encontrarnos tenemos que buscar en nosotros esa chispa divina que llevamos. Tenemos que buscar, purificándonos, en nuestro ser íntimo, divino. Combatiendo los vicios, practicando las virtudes. Tenemos que buscar dentro de nosotros, así como en el centro de la Tierra, en “nuestro centro”. Despertando nuestra atención, nuestra conciencia, nuestra vigilancia.



Durante la iniciación pasamos las pruebas del aire, el agua y el fuego. Nos purificamos simbólicamente. Pero nuestra tarea no finaliza con la iniciación. Allí recibimos elementos, herramientas, y la comprensión llegará después, paulatinamente. A veces con destellos fulgurantes, otras como suaves luces. Debemos continuar con esfuerzo, buscando nuestra Piedra Filosofal. Nuestra Lapis Philosophorum. Nuestra conquista de la sabiduría, no la externa, sino la sabiduría interna, la divina, la que reside en el centro de nuestro ser.

Buscar el oro. Buscar la piedra filosofal que se encuentra en el centro de la Tierra. Esos son símbolos que nos invitan a buscar en otros planos. No en el centro de la Tierra, sino en el centro de nuestro propio continente. Nos invita a recogernos, a caminar hacia adentro de nosotros mismos y descubrir nuestra propia piedra filosofal. A encontrarnos a nosotros mismos. Despojados de vicios. Purificándonos. Despertando nuestras conciencias.


COMO SER UN ALQUIMISTA?

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Es muy común en estos tiempos materialistas y consumistas, tener un desconocimiento total del uso correcto de la ciencia de la alquimia, es por eso que nos proponemos ser poste orientativo de “Como y para qué ser alquimista”. Es bien cierto que hemos perdido mucho tiempo mendigando y buscando la verdadera enseñanza como dijera Nicolás Flamel:

La alquimia se escribió veladamente, para los que conocen de éstos trabajos. ¿Que tanto de oro hay en nosotros? ¡Si tenemos oro podremos fabricar más oro!, o dicho de otra manera, ¡si tenemos conciencia sobre nuestra realidad, podremos seguir desarrollando nuestros valores espirituales!. 



La alquimia se practicaba en China, según algunos documentos fechados en el año 4.500 a de C.; así mismo existen textos Védicos y Budistas en donde mencionan a un misterioso compuesto llamado “líquido hataka” capaz de transformar el bronce en oro puro. En el camino hacia el Ser, nuestro Dios interior, la única fórmula válida ya fue dada en su día por el Maestro de Maestros, siendo hoy tan actual como lo fue entonces. “Niéguese así mismo, tome su cruz y sígame”.

Será éste axioma junto al camino estrecho el que nos lleve a franquear la puerta angosta, indicados por El Salvador, Jesús, hijo de María y José, nacido en un establo entre animales y anunciado su venida por un Ángel así como por una estrella, que guiara a cuantos quisieron conocer al niño de oro, o Rey de Reyes. En toda época la fórmula de la alquimia ha sido muy bien escondida develándose solamente a quien diera pruebas de su anhelo hacia la comprensión de los misterios de Dios.

Es así como lo atestigua un manuscrito conservado en la Biblioteca Marciana de Venecia, donde figura la fórmula del juramento, según la leyenda, por Ammael a Isis, esposa de Osiris: Juro por el cielo, por la tierra, por la luz, por las tinieblas; juro por el fuego, por el aire, por el agua y por la tierra, juro por la altura del cielo, por la profundidad de la tierra y por el abismo del Tártaro, juro por el Mercurio y por Annubis, por los ladridos del dragón Chercurobos y del can tricéfalo cerbero, guardián del infierno, juro por el barquero del Aqueronte, juro por las tres parcas, por las furias y por la 5 maza, que nunca revelaré estas palabras a nadie más que a mi hijo noble y encantador.

Y ahora ve busca al agricultor y pregúntale qué es el grano y que la cosecha, de él aprenderás que quien siembra trigo recibirá trigo, y quien siembra cebada recogerá cebada. Ello te conducirá a la idea de la creación y de la generación; recuerda que el hombre hace nacer al hombre que el león hace nacer al león, que el perro reproduce al perro. Del mismo modo el oro produce oro, he aquí todo el misterio.

Una leyenda china cuenta a propósito del sabio alquimista Hujumsin, elevado a la categoría de dios tras su muerte, que habiendo dado muerte este hombre a un dragón horrible que asolaba el país, ató el monstruo a una columna. Es exactamente lo que hace Jasón en el bosque de Etes, y Cydiani en su narración alegórica “Hermes Develado”. La verdad siempre semejante así misma, se expresa con la ayuda de medios y ficciones análogas. Siempre es un dragón el encargado de la custodia de los tesoros. Vela por las manzanas de oro de las Hespérides y por el Vellocino suspendido de la cólquida.

Los Filósofos (alquimistas) lo han pintado con la imagen del dragón negro cubierto de escamas, al que los chinos llaman lung. Nicolás Flamel nos habla de los dragones herméticos; uno halado (el monstruo de hocico de liebre) y el otro, áptero (el gnomo del torso velludo) Contempla bien esos dos dragones, (nos dice el adepto) pues son los verdaderos principios de la sabiduría... Los cuentos e historias de caballería, escuderos, castillos encantados, etc., fueron el medio de difusión de las bondades de la alquimia.

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Por todos es sabido que los dragones despiden por su boca fuego, éste elemento ígneo, es imprescindible en el laboratorio, mantener un dominio sobre el fuego, es básico. Siempre se ha tenido que vencer al dragón para llegar a un final feliz, y convertirse el caballero alquimista en hermafrodita2 , dominando a las más bajas pasiones, solo así puede portar como tocado, la corona de la victoria, la que ostenta quien es rey de su propia naturaleza.


El dragón hace alusión (entre otras) al hijo de Saturno, corporeizado bajo el azufre arsenical. Monstruo hermético cubierto de escamas, sierpe alada con cabeza cornuda que vomita fuego, y patas con garras, este animal, en unos provoca pánico, mientras que en otros es señal inequívoca de que han llegado a su primer encuentro con el enemigo oculto. Lo cual significa que su recorrido es certero y la oposición a vencer es la idónea, ya que el dragón es quien contiene la más pura semilla, que una
vez cultivada de manera correcta, nos permitirá disfrutar de los frutos del Edén.

En sus enfrentamientos, contra el temido reptil halado, tanto San Jorge como San Miguel, nos muestran como pudieron vencerlo. Siendo San Jorge quien con un certero golpe de espada, pudo arrebatar de las fauces del dragón a la princesa. Todos éstos combates hay que verlos de manera figurada, ya que en el lenguaje de los trabajadores de la Gran Obra, es simbólico y se opera de manera oculta. Los combates hacen alusión a los instintos pasionales sexuales, que el alquimista debe dominar hasta someterlos completamente.

La realidad de este trabajo es bien distinta a la que nos pueden decir quien nunca se enfrentó contra sus pasiones sexuales, por lo tanto, de nada sirve estar continuamente enfrascados en una idea, de lo que puede ser o lo que creemos que debe ser la alquimia. Necesitamos, si es que así nos nace, lanzarnos con todas nuestras armas a conquistar la corona de la victoria, y mantenernos firmes sobre la piedra cúbica perfecta, viviendo así la realidad más sorprendente que ser humano haya podido imaginar, siempre escondida bajo el símbolo del dragón.


Todos los autores herméticos hablan de un terrible combate entre dos dragones, y la mitología nos enseña que éste fue el origen del atributo de Hermes, que provocó su acuerdo interponiendo su bastón. La estrella de Salomón, es el símbolo de la unión y de la concordia, que es preciso saber realizarlo mediante el fuego y el agua. Pues bien; siendo el triángulo con el vértice hacia arriba el jeroglífico que representa el fuego, y el mismo gráfico invertido, el agua, ambos superpuestos forman la imagen del astro, marca segura de procreación, pues la estrella significa fijación del sol. Y, de hecho, el signo no se muestra sino después del combate, cuando todo se ha calmado y las primeras efervescencias han cesado, el sello de Salomón, confirma la unión del cielo y de la tierra. Es el astro mesiánico anunciador del nacimiento del Rey de Reyes.

No seremos los únicos que podamos comprobar la realidad que encierra la estrella de seis puntas. Antes de nosotros muchos fueron los que pudieron comprobar esta realidad, que encierra la estrella misteriosa… El fuego y el agua pacificados y en completa armonía.

Los Doce peldaños Alquimistas 




  • Primer Peldaño: Putrefacción Las aguas son negras, simbolizadas con el Cuervo Negro. En este primer escalón, el principiante sólo tiene el Mercurio Bruto. 
  • Segundo Peldaño: Conjunción Se realizará la unión Del Mercurio y el Azufre, – Fuego–. Ahora hay que “cocer y recocer” hasta unir las “naturalezas opuestas”. 
  • Tercer Peldaño: Separación En este estadio del trabajo Alquimista, durante la conexión o “Coito Químico”, el yogui y la yoguina deben separar de tan sagrado acto el Azufre venenoso, el fuego bestial del abominable Órgano Kundartiguador y el Mercurio Seco, los “yoes” o defectos psicológicos. Esto es lo que se llama Refinar el Sacramento del Amor, separando “el humo de las llamas”, “lo sutil de lo espeso”. 
  • Cuarto Peldaño: Solución El Mercurio ya ha abandonado el color negro y se ha convertido en una “solución favorable” lista para recibir el Fuego Sagrado; aquí las aguas son amarillas, simbolizadas con el águila amarilla. 
  • Quinto Peldaño: Calcinación El Mercurio recibe el Fuego Sagrado y se convierte en Mercurio Azufrado, o Azufre Mercurial. 
  • Sexto Peldaño: Sublimación De aquí en adelante hay que redoblar la vigilancia, cuidando la práctica, a fin de que no aparezca la negrura; es decir, se debe refinar mucho el acto amoroso, con el propósito de sublimar esta naturaleza. 
  • Séptimo Peldaño: Cibación Él termino “Cibación” en rigurosa Ciencia Alquimista significa que el mercurio Azufrado o Azufre Mercurial empieza a crear los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser y a darles consistencia. 
  • Octavo Peldaño: Coagulación En esta etapa, el Mercurio Azufrado coagula en nuestra anatomía oculta, bajo la forma de Cuerpos Existenciales: primero el Astral, luego el Mental y más tarde el Causal. 


  • Noveno Peldaño: Fermentación. En esta etapa, hay que esperar que fermente el Compuesto, y para que fermente es necesario Morir en sí mismos, pues de lo contrario no es posible quitarle a los Cuerpos él “Oxido Mercurial” –los “yoes”–. En lenguaje alquimista, a este proceso se le denomina “Fermentación de la Levadura”. 
  • Décimo Peldaño: Exaltación Entre el “augusto silencio de los sabios”, el prodigio se consuma poco a poco y el trabajo recibe su Exaltación, al ser Calificado. Entonces los Cuerpos Existenciales se convierten en Oro Puro. 
  • Undécimo Peldaño: Multiplicación Estadio del trabajo Alquimista en el que se adquieren las virtudes de la Piedra Filosofal. El Mercurio Azufrado actúa en el 21 trabajador de la Gran Obra, revelándole cosas inefables, permitiéndole recapitular misterios, etc. En otros términos, se activan los poderes de la Piedra Filosofal. 
  • Duodécimo Peldaño: Proyección El Mercurio Azufrado puede proyectar su fuerza, es decir, manifestar su poder en cualquier dimensión. Los antiguos Alquimistas proyectaban oro a través de las yemas de sus dedos, y esos átomos quedaban vertidos en agua. Entonces, con un gotero, se dejaban caer gotas de ese compuesto sobre plomo derretido, quedando éste convertido en oro físico.

La Voluntad y la Paciencia 



La voluntad es la virtud que nos permite profundizar cada vez más hondamente en nosotros mismos. Si nuestro objetivo en la vida es sentir a nuestra Divinidad, como algo real y no dogmático, necesitaremos de grandes dosis de voluntad, para no dejarnos arrastrar por todas las pruebas en las que irremediablemente tendremos que participar. 


Algunas serán superadas fácilmente, pero en otras nuestro pavor será tan grande que clamará al cielo. Pontano admite haberse equivocado más de 200 veces. Lo que nos hace pensar que así mismo más de 200 veces tuvo que rectificar y su voluntad fue, por lo tanto, puesta a prueba tantas ocasiones como fueran necesarias para llegar a un resultado esperanzador. Yabir Ibn Hziyan, alquimista árabe, que vivió en el siglo VIII, afirma lo siguiente: Es normal que el alquimista se equivoque en repetidas ocasiones. 

Por lo que podemos deducir que necesitamos vestirnos con la armadura del conocimiento, así como desarrollar la voluntad constantemente.  Es muy posible que la luz no la veamos hasta después de varios años, de hecho, podemos decir que la práctica alquímica se resume en el mejor de los casos, a una sola vida. Los verdaderos titanes de éste arte, son pacientes y constantes, puesto que lo más común y frecuente es que en cada vida que se nos asigna, sigamos intentando y tratando de superar nuestras propias limitaciones psicológicas.

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